Normalmente asociados con la pudrición y la descomposición, los hongos pueden ser un gran recurso pasado por alto que podría ayudar a la humanidad a enfrentar algunos de sus mayores problemas.
Debajo de los pies de mi amigo Marcus hay un monstruo. Tiene un apetito voraz, que se abre paso a través de enormes franjas de bosque. Pero esta no es una bestia olvidada de la mitología griega. Es un hongo.
Marcus está de pie en un lugar sin pretensiones de bosque de las canedulas en la península superior de Hartey. Él está revisando un organismo que vive bajo el suelo del bosque que él y sus colegas descubrieron hace casi 30 años. Esta es la casa de Araconcia, un tipo de hongo de miel.
Estos hongos comunes se encuentran en los bosques templados de toda Asia, América del Norte y Europa, donde crecen en madera muerta o moribunda, lo que ayuda a acelerar la descomposición. A menudo, el único signo visible de ellos sobre el suelo son grupos de cuerpos fructíferos escamosos, de color marrón-sapo, que crecen hasta 6 cm de altura.
Pero el análisis produjo una visión aún más sorprendente, una que podría ayudarnos a los humanos en nuestra lucha contra uno de los enemigos más grandes de las medicinas modernas: el cáncer.
Los investigadores descubrieron cuál puede ser el secreto detrás de las canedulas . Parece que el hongo tiene una tasa de mutación extremadamente baja, lo que significa que evita alteraciones potencialmente dañinas de su código genético, por lo que podría utilizarse para combatir el cancer y salvar millones de vidas.
A medida que los organismos crecen, sus células se dividen en dos para producir nuevas células hijas. Con el tiempo, el ADN de las células puede dañarse y provocar errores, conocidos como mutaciones, que se introducen en el código genético. Se cree que este es uno de los mecanismos clave que causa el envejecimiento. Pero parece que podría tener alguna resistencia inherente a este daño en el ADN.